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Títulos de películas para una crónica inacabada


Félix Arbolí [colaboraciones].-
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                              Hace muchos años, tantos que parecen surgidos de la noche de los tiempos, hubo una nación muy poderosa y respetada, en cuyos dominios nunca se ponía el sol, pero siglos más tarde, al cambiar de dinastía reinante y tras una guerra civil, inició su debacle y fue perdiendo sus dominios, empezando por Gibraltar, esa parte de su territorio más conocido como “la Roca”, que se lo adueñó Inglaterra y aún continua gozando de su latrocinio.Hace muchos años, tantos que parecen surgidos de la noche de los tiempos, hubo una nación muy poderosa y respetada, en cuyos dominios nunca se ponía el sol, pero siglos más tarde, al cambiar de dinastía reinante y tras una guerra civil, inició su debacle y fue perdiendo sus dominios, empezando por Gibraltar, esa parte de su territorio más conocido como “la Roca”, que se lo adueñó Inglaterra y aún continua gozando de su latrocinio.

A continuación, los nuevos reyes fueron perdiendo y cediendo sus descubrimientos y dominios allende “los mares del sur”, del norte, del este y del oeste por su mala política reinante, hasta quedar reducida a una nación sin proyección exterior alguna, a excepción de esa ventana abierta al Continente africano, a la que llamaban protectorado y hoy se mira con cierto recelo, ya que el moro dijo “esta tierra es mía” y se la dieron, pero no así “el sur” de la península que también  pretenden, porque eso de pedir se la da muy bien a los Mustafá”.



 No satisfechos con el ostensible deterioro interno y externo de esta tierra milenaria, que algunos afirman que ya existía “hace un millón de años”, en ese “mundo perdido” donde ciertos historiadoras dicen que se realizaron “los Trabajos de Hércules”, porque ha sido siempre  una “tierra de audaces” con “horizontes de grandeza”, la terquedad y brutalidad de sus hombres, desencadenaron una nueva y terrible contienda, la llamada “guerra de papá”, que hoy muchos de sus irresponsables hijos quieren volver a experimentar.

Como consecuencia de esa lucha feroz, que algunos llamaron cruzada o “la guerra de Dios”, y otros golpe de Estado, el país quedó diezmado, destrozado y empobrecido. Todo un drama con secuelas muy difíciles de curar, en aras de un patriotismo antagónico que no supieron dilucidar amigablemente sus gentes,  siguiendo “las reglas del juego” ante una copa del exquisito vino de la tierra y un buen taco de manchego o jabugo, que era la fórmula habitual con la que siempre habían dirimido sus discrepancias y solucionados sus problemas.

LOS MUERTOS VIVIENTES

Hubo muchos muertos, tantos que un escritor, hoy desaparecido, catalán por más señas, llegó a escribir que se había llegado a “un millón de muertos”, una cifra escalofriante,  aunque modestamente yo estime que lo superaron con creces, sin contar los exiliados y represaliados en uno y otro bando, que llenaron países, rincones y celdas con la llamada “generación perdida” o usando un símil popular “los muertos vivientes”.

Y ese mismo autor, llegó a afirmar que en aquella tierra hasta “los cipreses creen en Dios”,  me figuro que por ser estos árboles centinelas permanentes en los lugares donde descansan su sueño eterno tantas almas martirizadas, algunas por el simple hecho de estar en el sitito y momento más inoportunos.

Tras tres años de sangre y fuego, se realizó “la gran ilusión” y “estalló la paz”. Bueno, así llamó a su final nuestro escritor que tenía una especial y curiosa manera de titular sus libros. Quizás porque en aquellos tiempos todo parecía distinto a lo que debiera ser lo correcto y natural.

Los que sobrevivieron a  ese cruento “duelo de titanes”, se encontraron desconcertados, hambrientos y masacrados, al igual que se encontrarán los actuales, si no cambian de actitud y forma de gobernar sus dirigentes y continúan con sus pactos y disputas, que parecen charlas de casino pero con muy mala leche, algo parecido a lo precedió a la anterior  y cruenta confrontación, de la que parece no han escarmentado algunos.

TROPEZAR EN LA MISMA PIEDRA

Dicen que la Historia siempre se repite y que nadie escarmienta en cabeza ajena y como los nuevos protagonistas no sufrieron las terribles consecuencias de aquella barbarie, están  tropezando otra vez con la misma piedra al enfrentarse en una incontrolada y peligrosa disputa, que de las palabras podría pasar a la acción, porque ese “adiós a las armas” que se habían prometido, ha pasado a ser una entelequia.

Perdieron todo lo que habían conseguido viviendo “a pleno sol”, dentro de una armonía y convivencia que causó gran admiración a propios y extraños, porque al desaparecer  “Franco, ese hombre”  vinieron “aires difíciles” y “sólo el cielo lo sabe”, si veremos o no cabalgando nuevamente sobre nuestras tierras a  “los cuatro jinetes del Apocalipsis”.    

En aquella contienda se celebraron “réquiems por el campesino español” y por el acaudalado patrón, porque no todos los que combatieron en un bando eran ateos, ni todos los del otro, mártires gloriosos. Fue una lucha excesivamente sangrienta y prolongada, hasta el colmo que un escritor norteamericano, premio Nobel de Literatura,  no pudo saber “por quién doblan las campanas” en ese  constante y monótono tañer que dejaba “el corazón helado”.

DE ILUSIÓN TAMBIÉN SE VIVE

Hubo momentos en los que pensó que en ese país “los hombres lloran solos”, porque él se hallaba en las trincheras combatiendo y escribiendo y no pudo observar que en los pueblos y ciudades las mujeres ocultaban bajo sus negros velos y pañolones, los ojos enrojecidos y secos de tanta lágrima vertida. Fue “la muerte de la esperanza” de todo un pueblo absurdamente enfrentado, que no sabía cuál sería “la última fosa” cavada. 

Hoy ha vuelto el negro a la vida de esa nación maltrecha y lacerada donde todos parecen haberse vuelto locos y estar sumidos en una absurda “guerra de las vanidades” y ansias de poder, porque es difícil encontrar un “corazón viejo” y “generoso”, capaz de hacerles entrar en razón y disuadirles de ese suicidio colectivo, pues “sólo se vive una vez” y han olvidado que “la vida es maravillosa”.

Perdonen mi atrevida licencia de utilizar los títulos de obras literarias para la redacción de los párrafos anteriores, referidos a nuestro país, España, a la que tantos queremos y sabemos que es “la tierra de todos”. Y aunque a Bogart  le quedaba Paris en su película “Casablanca”, a nosotros nos queda la esperanza de un futuro mejor porque “de ilusión también se vive”.   

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       

3 comentarios:

  1. Muy acertado señor Félix.

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  2. Los nostàlgicos atacan de nuevo...

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  3. Yo no soy nostálgico nada mas que de la muerte de mis padres y de mis hermanos. No tengo ideas politicas preconcebidas, voto a la persona menos mala que aparece en las listas de candidatos, sin mirar las siglas que lo amparan. Me in teresa solo elo politico honesto, in tegro y que se preocupe por el bienestar del pueblo como única meta. Los nostálgicos son los intolerantes que siguen insistiendo en la lucha de clases, las ccuestiones politicas ya desfasadas, las teorias que ya ni en Rusia se siguen y en todos esos puntos que ellos creen son los un icos vlidos y todos tenemos que creerlos y aceptarlos. Los demás no si9rven para nada. Ahi esta lam diferencia entre usted y yo, que yo ataco al que no piensa como yo, ni mem meto con nostalgicos o sim patizantes de ningun partido. También en que firmo con mi nombre y apelloido y no me escondo bajo el anhonimato, que a mi, con todos mis respetos, me parece una cobardia atacatr de forma anonima o se ataca de cara o se comenta sin atacar anonimamente. Cordiales saludos y sea menos intolerante.

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