Violadores, timadores y asesinos
Félix Arbolà [colaboraciones]
Unos angustiados padres piden a través de los medios de comunicación donativos para atender el tratamiento de su pequeña, cuya enfermedad requiere cuidados especiales y medicamentos muy costosos. Reciben donativos de un público sencillo, de presupuestos ajustados, ya que las grandes fortunas miran para otro lado ante la desgracia y el dolor ajeno.
Dios dijo: “Creced y multiplicaos”, pero evidentemente no se referĂa al dinero y las riquezas, como ellos lo interpretan. Los que viven de un sueldo y una pensiĂłn de lástima, son los más sensibles a estos dramas humanos. Lo que ignoraban es que ese sacrificio que hacĂan no era para el tratamiento mĂ©dico urgente a una pequeña, -vĂctima inocente de esta estafa-, sino al bolsillo de sus desaprensivos padres.
Unos timadores que vivĂan a costa de explotar la extraña enfermedad de su hija, que se está investigando si realmente es hija biolĂłgica y está enferma. Miles de honestos ciudadanos estafados para que un caradura disponga de nuevo y lujoso piso, coche, colecciĂłn de relojes caros y toda clase de comodidades y caprichos.
Lo peor del caso es el tremendo daño que produce en aquellos casos realmente urgentes y necesarios que se quedan sin respuesta y soluciones al pensar que sean otros aprovechados. DejĂ©moslo en esto. Dicen que van a devolver el dinero, pero resulta que ya se lo han gastado, pues les daban unos sablazos semanales a su cuenta corriente que la dejaba casi tiritando, aunque por pocos dĂas, ya que enseguida llegaba el prodigioso y abundante refuerzo.
Nos enteramos asimismo que cinco individuos violan salvajemente a una chica en los Sanfermines y tienen la desfachatez y el cinismo de grabar las escenas. Una mujer puede porque le guste, haya bebido algo más de la cuenta o cualquier otra circunstancia, destapar sus instintos pasionales con un hombre, pero me extraña que lo haga con cinco a la vez y en plan salvaje y encima ver que se mofan de ella y sus llantos y graban las escenas para mayor escarnio.
NOS HEMOS OLVIDADO DEL AMOR
Otra chica desparece misteriosamente al más puto estilo de la serie de Mentes criminales y a pesar de las constantes y numerosas pesquisas y búsqueda, sigue sin saberse nada de ella.
Otro, asesina a sus tĂos y primos, sin causa justificada y de forma cruel y huye a Brasil, para terminar entregándose a la policĂa española. Un torturador, pega, patea y arrastra enganchada por los pelos a su compañera y si no es porque una cámara lo graba, se va de rositas ya que la chica, hĂşngara al parecer, no se atreve o quiere denunciarlo.
La relaciĂłn se harĂa excesiva desgraciadamente. ¿A quĂ© obedece esta ola de descerebrados, criminales, pederastas, violadores y timadores que nos acechan por todas partes? Yo recuerdo que en los años cincuenta hubo un tal Jarabo, que era sobrino del Presidente del Tribunal Supremo de entonces, creo, que matĂł a un prestamista o usurero y a su mujer para recuperar unas joyas familiares. Fue condenado y ejecutado a garrote vil y ocupĂł las portadas de toda la prensa durante muchos dĂas.
Hoy se han hecho tan habituales este tipo de delitos y sucesos, que ya no merecen la pena prestarles atención. A lo sumo un pequeño y escondido espacio en el diario o un breve debate en la televisión, sobre todo en Antena Tres, en el programa Espejo Público, ya que Telecinco si no se refiere a alguna patochada de Belén Esteban o un pomposo comentario de la omnipresente Patiño, no interesa nada.
¿QuĂ© mundo les estamos dejando a nuestros hijos y nietos, haciĂ©ndole ver que todos estos crĂmenes y salvajadas se han convertido en lo habitual de cada dĂa? Falta el respeto y la empatĂa entre los ciudadanos porque nos hemos olvidado del amor.
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