La calle Real de Chiclana, su entorno y moradores ilustres (II)
Frasquita Larrea entendiĂł a España “como una proyecciĂłn ideal de ese Cádiz que tanto querĂa. Más aĂşn, no es ya Cádiz, es Chiclana, la España que adora”.-
El mes pasado publicamos el primero de los capĂtulos que Juan J.
RodrĂguez Ballesteros dedicará a la calle Real de nuestra localidad. En enero
les ofrecemos la segunda parte, muy interesante, en la que Frasquita Larrea es
la protagonista. (FOTOS: Huerta de la Plata; casa de Arbitrios o Consumo; las cinco casas de la plaza de España y Frasquita Larrea).
¡Llegamos a Chiclana!…desde la altura de Sta. Ana o
de la Soledad… atisbaba las velas de los botes, que parecĂan correr sobre la
marisma…falĂşas con viajeros y mercancĂas, al decir de Frasquita Larrea en 1810. Si lo hacemos por
tierra o desembarcamos en Bartibás, veremos la cañada, amplia, y ornada de
álamos. A continuación, el camino se adentra entre cuatro largas hileras de
olmos, dos a cada lado, flanqueando la alameda de Solano, invitando al paseo.
Y si nos
acercarnos al Iro, a la izquierda del puente, la Fuente y en la otra orilla,
¡más verde! la Huerta Grande o de la Plata y la Huerta Chica. Chiclana fue
sentida como paradigma de lo andaluz: verde y blanca. AĂşn no existĂa su
bandera.
SĂłlo en
ese marco, hoy totalmente degradado, pueden entenderse las palabras del crĂtico
literario J. Herrero (1963) sobre
Frasquita: “…la pasiĂłn por su regiĂłn natal es
sólo comparable a su ardiente pasión por su patria; quizá porque entendió a
España como una proyecciĂłn ideal de ese Cádiz que tanto querĂa. Más aĂşn, no es
ya Cádiz, es Chiclana, la España que adora”.

Por eso,
dando por hecho lo dicho, acaba su poema el poeta Juan B. Arriaza (1770-1837) diciendo: “AdiĂłs Frasquita. Más; ay! que un rayo llevas en despojos. Que el Sol de
España les cedió a tus ojos; Y a falta de él la fuente de la Plata siempre
estará sonando…”.
Frasquita es simbiótica con la Chiclana romántica y,
como mujer escritora, alardea y describe su vergel. La primera romántica española con una mano se aferra al libro de
la feminista Mary Wollstonecraft, la VindicaciĂłn de los derechos de la mujer (1792)
y, con la otra, a los Sermones del beato
fray Diego de Cádiz.
CADA CIEN AÑOS, DESDE
1789
En
apariencia son muy contradictorios los personajes de las crisis irracionalistas
que jalonan la Edad Contemporánea. Ella vivió la primera de esas reacciones, el
Romanticismo (1789-1848): Nacionalismo frente a NapoleĂłn
y ¡Vivan las cadenas! Para
contradictorio Unamuno, que viviĂł la
segunda de estas crisis contemporáneas (188?-1945),
gritando ¡Yoooooooooo! en el brocal de
un pozo, o su agĂłnico ¡VencerĂ©is, pero no
convenceréis! De ésa, el globo terráqueo quedó surcado por fronteras
marcadas a tiralĂneas.
Hoy, tras la caĂda del muro de BerlĂn, vivimos la tercera crisis
(1989…). Cada cien años, desde 1789, cada vez más complejamente, tras una
globalizaciĂłn que centrifuga nuestra civilizaciĂłn, olvidada la memoria
histĂłrica, nos sumergimos en un mundo de predominio irracional, que presagia
grandes convulsiones polĂticas, demográficas, climáticas... y, cĂłmo no,
esperpĂ©nticos polĂticos y claraboyas apocalĂpticos, que aprovechan las
turbulentas aguas de la incertidumbre y la desigualdad, en un ambiente atufado
por unasensación de vértigo y de pérdida de
identidad.
¡De nuevo nacionalismos con sus napoleoncitos! A estas alturas no creo que haya que dar nombres, ni de dentro ni de
fuera. AsĂ podemos explicarnos el lamento de Frasquita por su Chiclana, escrito en
Brighton (1810). AsĂ quedĂł Chiclana tan Frankenstein.
CINCO CASAS DE UNA SOLA PLANTA
Una de
esas cinco casas, de arquitectura neoclásica gaditana, de una sola planta e
idéntica portada, descrita al detalle por su hija Cecilia, Fernán Caballero,
fue vivienda de ambas escritoras, al menos por temporadas. En la casa nÂş 3, la
de su amiga y confidente Juana Sèret,
medio francesa, como su hermana Dolores
-la que quedó embarazada del general francés Eugenio
Villate y dejĂł a su hija en la inclusa-,
quiso refugiarse Cecilia en sus fatĂdicos años de 1854-1855.
Su amiga
no le permitiĂł asentarse en la parte trasera de la casa -la que daba al rĂo y a
la huerta- pues andaba ruinosa. Se tuvo que buscar un modesto alquiler en otra
casa que desconocemos. Pero no se dejen engañar por la agriada opinión que de
Chiclana vierte nuestra novelista de esos angustiosos años suyos.
Lo vivido
le pasó factura. Hubo un antes y un después en su relación con las hermanas
Sèret. Cierto que no olvidó a Juana, ni pudo dejar de solucionar el problema de
Javiera, la hija de Villate y Dolores,
pero pronto su familia de referencia serán los Pastrana
de SanlĂşcar.
HICIERON DE LA VIDA ĂŤNTIMA DE FRASQUITA UN ESPERPENTO
Lo
referido anteriormente sobre la hija de Dolores Sèret, Javiera, propició una
crĂtica escandalosa contra Frasquita, una hipĂłtesis infundada, publicitada por
muchos de sus detractores. A la sazĂłn, ella regresaba con sus dos hijas
pequeñas a la casa que recientemente ha sido reconocida como de su marido,
dejándolo a él, a sus hijos Cecilia y Juan,
en Alemania.

La crĂtica
viperina, a falta de correspondencia durante nueve de esos meses de convivencia
con el general, propagĂł la sospecha de que Javiera era un fruto adĂşltero de
ambos. De nada hay que extrañarse, cuando se dijo que tuvo una relación especial con José
J. de Mora y hasta he tenido que llegar a oĂr que fue amante del
Magistral Cabrera.
Es
evidente que la confunden con una Madame Stäel
piconera, a la que tuvieron estoicamente que soportar, el bueno y
metódico Juan Nicolás Böhl y su resentida
hija Cecilia que se vengaba de ella, ¡como mala madre! en sus novelas. Cuando
la mala madre tan citada en sus obras, a
todas luces, es su reprochada amiga chiclanera Dolores Sèret.
Hicieron
de la vida Ăntima de Frasquita no un sainete, sino un esperpento. ¿A quĂ© mujer,
que abandona a su hija en un orfanato para ocultar su adulterio con un general
francĂ©s, puede ocurrĂrsele poner a su retoño su propio nombre? ¡Francisca
Javiera!
JUAN J. RODRĂŤGUEZ BALLESTEROS
(Continuará)
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