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Carta a Lola

FERNANDO PEREA [colaboraciones].-

Buenas tardes Lola.

Hace un año -29 de octubre- que veíamos en las pantallas (vosotros desde la ventana o, peor aún, en la misma calle) la monstruosidad de la naturaleza desatada en tu tierra. La sorpresa y el susto abrían la puerta a la estupefacción de lo que nuestros ojos veían reflejados en los píxeles. El infierno en forma de océano de lodos y árboles, de cañas y barro, de puentes derribados, de coches apilados... y de personas arrastradas por las calles, las carreteras, los polígonos y los caminos.

La sensación fue parecida a la de la tarde del 11-M: mezcla de incredulidad, abatimiento e indignación. Pero -sin querer comparar- aquí fue un proceso de digestión muy lenta: estábamos asistiendo casi en directo a muchos de esos destrozos durante ese día, como la impactante caída del puente de Picanya. Cada nueva imagen vista daba más pavor que la anterior.

Pero cuando el agua bajó, entonces vimos la verdadera dimensión de la tragedia. Fue tras esa negra noche donde las marrones aguas arrasaron implacables a Utiel, Requena, Buñol, Chiva, Cheste, Turís, Aldaia, Torrent, Paiporta, Massanasa, Catarroja, Alfafar, Sedaví... o a tu propia Benetússer.

Vimos entonces esos garajes convertidos en trampas mortales, esas casas derruidas, esos cementerios de coches en cualquier esquina de cualquiera de esos pueblos y ciudades devastados. Mucha de esa geografĂ­a ya la conocĂ­amos, pero, aun asĂ­, fuimos aprendiendo nuevos lugares castigados que eran ignotos para muchos de nosotros.

CADENA DE ERRORES

Aquella tragedia pudo ser muy mitigada -a buen seguro- de haberse tomado las medidas adecuadas, en el tiempo preciso y por los responsables con autoridad para ello. Todos estamos convencidos que si esos (ir)responsables no hubieran cometido la cadena de errores que empezó en el famoso restaurante y terminó con el mensaje de una alerta a destiempo a esa fatídica hora de las 20,11, no habría esa barbaridad de más de 220 vidas perdidas.

Desde la mañana hubo luces de faro que hubieran servido para seguir su estela: las de la Universitat, la Diputació y la de ese héroe que es el alcalde de Utiel -Don Ricardo Gabaldón Gabaldón- (aunque parezca mentira, es del mismo partido que el president). Todos ellos decidieron mandar a los suyos a casa a primerísima hora de la mañana, evitando que lo peor los pillara en mitad de ningún sitio y sin la debida altura salvadora.

Todos nosotros, también, deseamos una rápida Justicia -sí, porque se necesita que sea mayúscula-. Que se depuren todas las responsabilidades y que aquellos indecentes que siguen atornillados en las poltronas (como garrapata a perro) salten de sus puestos, y al menos el aire se renueve y dignifique en algo.

Los valencianos no se merecen que se ignore su clamor en las calles mientras la tele regional distrae la atenciĂłn con impresentables ejemplos de tortura animal, como las corridas de toros de los años noventa, en las que toreaba el actual lĂ­der de la ultraderecha de la Comunitat. ¡QuĂ© vergĂĽenza daba el canal valenciano en esas horas!

MAGNĂŤFICO SACRIFICIO SOLIDARIO

Con todo, en España ya tenemos tradición: las grandes tragedias despiertan una unidad y una colaboración insospechadas en nuestra -no menor- tradición atávica de zurrarnos entre nosotros todo el día. Es nuestra idiosincrasia: día a día romper la progresión del país con cuitas y disensiones, siendo muchas de ellas de cara a la galería, además. Sin embargo, en aquella infausta fecha se desató una gran marea de gente cruzando la pasarela sobre el Turia, con sus propios escobones y cubos para echar una mano en la faena.

Otros hicieron el magnífico sacrificio de emplear sus días libres en ir allí desde bien lejos para ayudar como pudieron -como en las costas de Galicia hace años- y a costa de dejarse los riñones en el intento. Hasta otros que -en la distancia- solo pudimos comprar carros de primera necesidad para mandar a Levante. Por eso, también, la tragedia ha dejado al menos un acertado renombre oficial: ahora ese puente peatonal sobre el Turia es la Pasarela de la Solidaritat.

Un año ya, pero Valencia y su gente sigue en nuestra memoria. No se han ido de ella nunca. Fue tan tremendo lo visto, que creo que lo recordaremos hasta el final de nuestra existencia. Solo espero que tras este tiempo ya se haya recuperado la mayor de las normalidades.

QUE TENGAN LA JUSTICIA QUE MERECEN

Que se hayan vaciado todos los garajes, que las calles estén limpias y ordenadas, que se reconstruya lo caído pensando en que los otoños en esa tierra son como son, y se les dote de todas las medidas para que no vuelvan a caer en el futuro.

Que aquellos que perdieron a alguien tengan pronto la Justicia que merecen. Que tu hermano tenga ya el taller a pleno rendimiento, que la gente de Benetússer (y los de Utiel, Requena, Buñol, Chiva, Cheste, Turís, Aldaia, Torrent, Paiporta, Massanasa, Catarroja, Alfafar, Sedaví, etc...) tengan ya la actividad diaria, comercial, académica, laboral y lúdica a la que tienen derecho... Y, por favor, que todos los ascensores estén ya funcionando, para que ningún abuelo tenga un confinamiento obligatorio en su piso elevado.

Un abraç molt fort

Fernando

 

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