Pedro Sánchez la caga en “prime time”

Fernando Perea [colaboraciones].-

La ventaja del político que gobierna es que puede plantear estrategias plenamente partidistas sin que le cueste dinero. Para eso está el presupuesto... y los tontos que lo pagan, que reciben el eufemismo de contribuyentes, que es más piadoso que los más fidedignos de su verdadera figura: pringados, panolis, paganos, primos, bobos, cándidos, incautos, simples, lilas, tolais, etc...

Y aunque ni usted, ni yo, queramos vernos retratados ahí, lo cierto es que casi nadie escapa a eso. Ya sabe, Hacienda somos todos... menos aquellos que reciben más de lo que pagan. Como el presidente del Gobierno. El curso televisivo pasado se abrió con la gran polémica del fichaje -a golpe de talonario de usted y mío (impuestos)- del cómico David Broncano para hacer un programa -La Revuelta- en el primer canal público, que comenzara cinco minutos antes del programa estrella de la primera cadena de Atresmedia, El Hormiguero.

La idea no era otra que robarle audiencia al programa de Pablo Motos, al que su clara deriva política de los últimos años hacía que en sus tertulias se le estaba poniendo continuamente la proa al gobierno de Pedro Sánchez. Y eso era algo que había que combatir ya según los gurús y asesores (esos que también nos cuesta un congo a usted y a mí) del palacio de La Moncloa.

Y como no hay mayor defensa que un buen contraataque, la elección fue sencilla. Había que buscar qué programa ya contrastado con un cómico afín en las ideas y con tirón mediático. Con esos parámetros, el foco se puso en La Resistencia que se emitía en Movistar+. Y si la elección fue sencilla, la negociación no fue lo mismo.

VEINTIOCHO MILLONES DE EUROS PARA FRENAR A MOTOS

Los de la productora de Broncano y sus socios (Jorge Ponce y Ricardo Castella), de curioso y chistoso nombre para una productora de tv -Encofrados Encofrasa SL- sabiendo el estado de la demanda, subieron la apuesta en la oferta y sangraron a Moncloa (en realidad a Hacienda, es decir a usted y a mí), la bonita cifra de 28 millones de euros por dos temporadas -la anterior y la actual-.

Al menos no hubo que hacer mucho desplazamiento, porque el gurú de turno de Sánchez se dio un pequeño paseo desde Ferraz número 70 -sede del PSOE- al número 14 de la misma calle -sede de Encofrasa-. Y ya en esta segunda temporada hemos tenido tiempo para ver lo que ha dado de sí la apuesta millonaria de Broncano. No le ha quitado ni un solo espectador a Motos.

Su audiencia proviene de la gente más joven, aquella que no veía la tele a esa hora del prime time (la que la va después del informativo de tarde/noche). Ese es su mérito. Pero para eso no lo contrataron. Lo hicieron para torpedear a Motos y el tiro no ha dado ni en el blanco, ni cerca tampoco.

La esperanza del sorpasso en las audiencias duró lo que dura la novedad de novia/o nueva/o. Cuando se acabó la novedad, se acabó el ranking de audiencias. Al principio, ganó la batalla la apuesta monclovita. Pero ya a las pocas semanas aquello quedó como la canción de Julio Iglesias (aquella A veces tú, a veces yo). Un poco dependía del interés del invitado/a para que ganara uno u otro.

LOS CURRITOS PAGAMOS EL PROGRAMA CON NUESTROS IMPUESTOS

Antes de la mitad de curso, ya ganaba un Motos que recurría -a veces- a tácticas poco limpias a la hora de captar protagonistas interesantes. ¿Recuerdan aquel robo de invitado que dio lugar a que Broncano programara 15 minutos de imágenes de ciervos, cuernos y berreas?

Tienen que estar preocupados en Moncloa. No por los 28 millones de usted, de usted también, y míos (de la Hacienda Pública). No. Para eso hay curritos y autónomos que contribuyen puntualmente. A Motos le pagan los anunciantes de Atresmedia, y si no me gusta, me queda la libertad de no poner ese canal a esa hora. Y de tomar nota qué empresa se anuncia para no cometer errores a la hora de la compra en el lineal del supermercado.

Pero lo de Broncano es peor, porque el día que hace programa - aunque me decida a no verlo- nos cuesta 90.000 €. Nuestro bolsillo no se puede escapar a eso. La careta se le cae a Broncano. Lo único que ha hecho es poner ante la tele a los niños que antes no veían la tele. Ese target electoral que -según los últimos sondeos- votarán mayoritariamente a Abascal.

Esos que ven su programa y le ríen las gracietas, son los mismos que no se han preocupado de leer lo suficiente -no hace falta mucho- para saber que Francisco Franco fue un hijodelagranputa muy grande, que hizo algunas poquitas cosas acertadas (pantanos, Seguridad Social y Sanidad Públicas, colegios y carreteras).

PARA DISTRACCIÓN DEL PRESIDENTE

Pero a un precio inasumible: provocando que hermanos mataran a hermanos en una guerra civil, extendiendo el terror en su reinado caudillil, con sentencias de muerte no solo por delitos, sino por diferencias de credo político, y promoviendo un pseudorégimen teocrático de religión apostólica romana, que nos aislaba de Europa y del resto del planeta. A esos niñatos son los que hace gracia Broncano. Con nuestro dinero.

Estoy deseando que alguno de los habituales panfletos digitales subvencionados por la derecha, haga un estudio cronometrado del tiempo que consume cada programa Broncano con su entrada triunfal; con sus vaciles al público del Teatro hablándoles mil chorradas; con los espectadores a los que sienta en un bidé (!) o mete en una bañera seca (!!) y -ya, en el éxtasis- con el toque diario de un bombo que ni Manolo.

Y que ese tiempo lo traduzcan en el dinero que nos cuesta a los españoles. Por lo menos Andreu Buenafuente -en la misma cadena- se gana cada euro de cada segundo de su programa. Eso sí es una masterclass cada jueves noche. A mí ya me consuela que en lugar de 14 millones al año, cueste solo tres millones (que sí, que es otra pasada).

En resumen, la gran diferencia entre el facha de Motos y el listo de Broncano es que al primero le pagan los anunciantes de A3, y al segundo le pago yo -y usted- para que distraiga al presidente del Gobierno y a algún cachorro de Vox… y, sobre todo, para que siga tocando el bombo todos los días. Sánchez la caga -también- en el prime time.