Renglones torcidos en DIN A4
Dicen que hay ciertas cosas que no recuerdo. Ausencias, las llaman. Dicen que hago cosas, que digo cosas, que actĂşo con normalidad pero que, pasado un tiempo, las borro de mi memoria como si no hubieran existido.
Dicen que lleguĂ© a la recepciĂłn del hotel, que preguntĂ© por la habitaciĂłn 611, que no di muestra alguna de indisposiciĂłn o enajenaciĂłn. El recepcionista da fe de ello. TambiĂ©n dicen que tomĂ© el ascensor, que crucĂ© el pasillo y que llamĂ© a la puerta indicada. AsĂ al menos, lo aseguran el ascensorista y una de las señoras de la limpieza. Incluso aseguran que me abrieron y que me vieron entrar.Luego dicen que matĂ© a aquel hombre, que le clavĂ© veintitrĂ©s veces en el torso una de las plumas estilográficas que adornaban el aparador. Desafortunadamente para la correcta comprensiĂłn de los hechos yo habĂa cerrado la puerta, asĂ que ni el ascensorista ni la señora de la limpieza pueden asegurar esto. Lo aseguran unos tipos que se dicen policĂas pero que, por supuesto, no estaban allĂ.
También dicen que salà unos minutos después, sin rastro aparente de sangre, sin muestras de inquietud y sin dejar mis huellas ni en la habitación ni en el arma homicida.
Pero si no llevaba guantes ni protectores, ¿por quĂ© mis huellas se resisten a aparecer? Pero si no conocĂa a aquel tĂo, ¿por quĂ© me abriĂł la puerta?
Pero si no recuerdo nada, ni haber estado en el hotel, ni haber saludado al recepcionista, ni haberme encontrado con nadie, si me considero incapaz de matar una mosca, ¿cĂłmo pude clavar una pluma estilográfica veintitrĂ©s veces en el torso de otro hombre?
Dicen que tuve que ser yo. Sin embargo, y si no fuera por la incĂłmoda angustia de estar encerrado y privado de libertad, me entretendrĂa pensando que quieren volverme loco y que un inmenso complot pretende hacerme creer que mi realidad es distinta de la de todos los demás.





fumanchu dice: si lo dicen por argo será
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