Todos hablan de Rajoy

Félix Arbolí [colaboraciones].-

Hoy he aprovechado el tiempo tan espléndido que disfrutábamos para salir de mi “cartuja” voluntaria y darme un garbeo por la ciudad del Oso y del Madroño que, por cierto, no se ven ni uno ni otro, como no sea en el monumento que le han dedicado en la Puerta del Sol. Lo que sin se ven son las clásicas discusiones callejeras entre los amigos de los vencedores y vencidos.

Si lo sé me quedo en casa y me libro de esta  dialéctica batalla. No me esperaba una calle tan revuelta políticamente, ni tanto ardor y pasión entre los defensores y detractores de las diversas tendencias que  ocupan la actualidad nacional. Si a la víspera electoral se la denomina periodo de reflexión, aunque nadie reflexione, sino se desintoxique de tanta patraña vertida por unos y otros, a los días posteriores deberían llamárseles “periodos de desalientos”, porque son más los decepcionados y cabreados que los plenamente satisfechos.

Ni los que se consideran ganadores tienen todas las papeletas necesarias para garantizar su premio en la tómbola del poder. 

De todas formas, en el taxi, en la cafetería, en el Rastro, en el tapeo de mediodía y hasta en la Luna si allá hubiera ido, el tema general de toda conversación era la derrota del PP y la poca vida que le queda a ese partido, si no cambian sus habituales jerarcas. Rajoy es, sin lugar a dudas, el político más denostado en toda España y creo que en algunos otros países europeos.

Incluso se le cuestiona en su propio partido y dimiten de sus filas los ayer compañeros más cualificados. Solo quedarán los que tiene mucho que ocultar y temen que su marcha pueda destapar la Caja de Pandora. O Podredumbre y cieno, como decía el poeta.

¡VÁYASE, SEÑOR RAJOY!

Se hace imperiosa su dimisión, cuanto antes, para que a su sustituto le dé tiempo a  encontrar a sus gobernantes de confianza antes de las elecciones generales y puedan demostrar fehacientemente que los de ahora nada tienen  que ver con los de antes. Que se convoquen unas Primarias y sean los socios los que decidan los que deben ir en cabeza de listas y en la relación de los posibles y nuevos gobernantes.

Nadie que tenga o haya tenido relación alguna con la etapa de Rajoy. Es un sacrificio que debe aceptar en bien de la Patria y de su partido y recuperación de la confianza de los electores. Hacer oídos sordos al clamor del pueblo, de los “peperos” y de sus propios Barones y altos cargos, no solo es su suicidio y defenestración de la política, sino quedar marcado históricamente como el hombre que hundió a España interna y externamente pensando en su propio provecho.

¿Qué hace falta aún para que este señor se de cuenta que no tiene el talante y talento necesarios para gobernar un  país?

¡Váyase señor Rajoy! y deje paso a las nuevas generaciones que existen en el Partido Popular y que el egoísmo de los insaciables, les impide que salgan a la luz y puedan aportar mejores soluciones y una garantizada honestidad. Lo que  ustedes no han sabido  ofrecer  a pesar de que incautos y confiados les ofrecimos un cheque en blanco para gobernar.