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El éxito y la bufonada política

 
Félix Arbolí [colaboraciones].- 

Hay veces que nos cabreamos por cualquier tropiezo que podamos tener en la vida y creemos que es una especie de maldición personal que padecemos. No queremos reflexionar ante el hecho de que estos paréntesis negativos son necesarios para detener nuestra precipitada huida hacia ninguna parte y poder rectificar nuestro error eligiendo el camino correcto.

De nada valen trazar destinos y metas si no somos capaces de descubrir y seguir el itinerario acertado que nos lleve a ellas. Vivimos unos tiempos convulsos y erráticos. Nada de cuanto antes era considerado modélico y ejemplar, tiene hoy valor. Brillan los ineptos por el hecho de ostentar el apellido de un ciudadano que pasó a la Historia por sus hechos y circunstancias excepcionales, como si la gloria y el mérito de una persona fuera una condición hereditaria e inextinguible.


O aquellos que saben “babear” ante el potentado de turno y se convierten en su bufón incondicional. Nada que ver con la inteligencia, aptitud y honestidad que serían las tres condiciones necesarias, aunque fueran de baja cuna, pero de limpio aprendizaje.

En mi profesión y más aún, por la longevidad de una vida tan socialmente diversificada, he podido comprobar que no llega el que más sabe y tiene mayores merecimientos, sino aquél que no duda en servir de alfombra para que el poderoso e influyente no tenga que pisar y mancharse al pisar su propia suciedad. 

Los que han nacido para ser marionetas y se mueven al compás del tira y afloja de sus amos. El que tiene mayor habilidad para robar a lo grande  con la complicidad y el consentimiento de los que deberían denunciarlo e impedirlo.


PARAÍSOS FECALES

Era un dicho muy extendido en mis tiempos juveniles de que lo difícil es llegar a conseguir el  primer millón y que los restantes llegarían seguros. Hoy no hace falta reunir o conseguir el primer millón, pues con cuatro años de cargo o influencias en una sola legislatura se acaba con más cuentas que gallegos hay esparcidos por el mundo.

No obstante, parece que los llamados “paraísos fiscales” -mis llamados paraísos  fecales-, van perdiendo su idílica impunidad y adquiriendo mayor fiscalidad. Hacienda, esa que dicen somos todos, aunque  solo una parte sea la que paga y la otra la que se lo lleva sin arriesgar un solo euro, parece que se frota las manos, anotando nombres, sociedades, bancos y contraseñas que le permitan recuperar parte de lo que se han  llevado ilegal e impunemente.


Lo que ignoramos es su manera de proceder ante unos y otros, pues luego viene el de las rebajas y acuerdos y con un diez por ciento de “propina” que entreguen, quedan exentos de tener que devolver la totalidad.

Pero si a usted lector, que no tiene nombre de influyente actualidad o cargo que le soporte, le cogen escamoteando artículos alimenticios o necesarios para la subsistencia familiar, porque el gobierno no ha tenido la feliz idea de incrementar los puestos de trabajo, a costa de la disminución de tantos e inútiles cargos  políticos y rebajas del sueldo de los que queden, está usted perdido pues no habrá quien le libre de la cárcel, los antecedentes penales y una vida errante y marginada.

SI NO EJERCEN, QUE NO COBREN

Aunque  figure en la Constitución que todo español tiene derecho a un trabajo y una vivienda digna, eso le importa un bledo a los que dicen y prometen en sus campañas que a ellos lo que más le preocupa es el  bienestar social de todos los españoles. Simples palabras para mítines electorales que muchos idiotas aún se creen.


Lo que me extraña es que después de tantos y continuos fracasos no haya cambios en las cúpulas de los partidos políticos y ceses en sus colaboradores más directos. Es como querer dar por bien hecho lo que nos ha convertido en una nación sin gobierno, sin trabajo, enconada y dividida en su ciudadanía y con un paro asfixiante. No hay quien dimita, ni se haga responsable de esta debacle generalizada.

Y mientras, el pueblo esperando que estos señores que cobran sueldos fabulosos por no hacer nada ahora, se pongan a trabajar y si no, que no cobren hasta que España y el gobierno que salga de tantos encuentros y desencuentros empiece a funcionar. Es lo lógico y cabal. Ya verían como ponían más empeño en terminar con esta insólita situación.

Y si  no hay remedio, ¿hay qué esperar tanto tiempo para convocar unas nuevas elecciones? Es mejor que pagar tantos y elevados sueldos a una serie de señores que no trabajan, porque en estas condiciones ninguno tiene atribuciones para ello. Si no ejercen sus cargos, que no lo cobren.

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