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Una noche de banderas


Análisis sobre las elecciones andaluzas una vez pasados los primeros efluvios.-

Es una costumbre bastante arraigada que la noche electoral los partidos políticos se reúnan con sus más fieles adeptos en sus cuarteles electorales, (normalmente en sus sedes los partidos con caras largas y un ambiente desolador; y en un buen hotel, con gritos, risas y fiestas, los partidos que tienen algo que celebrar).

En estas elecciones andaluzas la tradiciĂłn ha continuado. Por un lado, el pesoismo susanista, de velatorio, con Adelante AndalucĂ­a, noqueado y desnortado, y, por otro, los peperos, los autodenominados ciudadanos y Vox, con una exagerada euforia viendo que, unidos, podĂ­an echar del poder al PRI andaluz. Aunque, permĂ­tannos un punto de duda pues hay mucho odio y rencor entre estas tres formaciones.

Las celebraciones de las cuatro organizaciones que ya habían calentado sillones en el Parlamento andaluz, tuvieron un detalle en común. En ninguno de los actos se vio bandera andaluza alguna. Pasado el periodo electoral ya no existía motivo alguno para disimular. El engaño había terminado, la blanca y verde no era necesaria.

La celebraciĂłn de los ultras fue diferente, los asistentes enarbolaban con fervor banderas a diestro y siniestro (o sea, a derecha e izquierda), mientras se desgañitaban gritando Es-pa-ña, Es-pa-ña, Es-pa-ña. Banderas, no es necesario aclararlo, de color rojo y gualda. Como les gusta decir a ellos.  

Pues sí señor, fue una noche de banderas. Las que ocultaron los partidos de la casta y las que ondearon los que se han colado en un Parlamento que pretenden echar abajo.

APRENSIÓN A LOS RECIÉN LLEGADOS

Existe una cierta aprensiĂłn a que los reciĂ©n llegados acaben con la AutonomĂ­a andaluza, sin que nadie se haya dado cuenta de que es algo imposible. La autonomĂ­a andaluza lleva muchos años demolida, Vox no puede destruir nuestra economĂ­a, no puede anular a un pueblo, no puede hacer desaparecer nuestra historia y cultura, no puede arruinar nuestras ansias de progreso. Es imposible, el PSOE les ha dado el trabajo hecho.  

El 27 de mayo de 1978, se constituyĂł en el Oratorio de San Felipe Neri, en Cádiz, la Junta de AndalucĂ­a. Su primer presidente, Plácido Fernández Viagas, miembro del Partido Socialista Obrero Español, inaugurĂł el momento histĂłrico con estas declaraciones efectuadas al diario Ideal de Granada: “Yo no tengo vena ninguna de andalucismo, ni la he tenido antes ni la tengo ahora. Me declaro no andalucista, me molesta la palabra andalucismo y me molesta la palabra andalucista”. SegĂşn el diccionario, andalucismo es Amor o apego a lo andaluz. Para quien se quiso enterar, los pesoistas ya lo dejaron claro hace más de cuarenta años.

Si, como premio a esta actitud, les hemos dado durante cuatro eternas dĂ©cadas un poder omnĂ­modo para gobernar y dominar nuestras vidas, ¿puede parecer extraño que ahora premiemos a quienes quieren acabar con AndalucĂ­a?

CANSADOS DEL PSOE

En los pocos dĂ­as que han transcurrido desde las elecciones se han hecho muchos análisis. La mayorĂ­a de ellos interesados, descabellados, ilĂłgicos… Para no ser menos, ahĂ­ va nuestra reflexiĂłn: De pronto no pueden salir en AndalucĂ­a cuatrocientos mil fascistas. Esto no es como las setas cuando llueve, (por mucho que llueva). El pueblo andaluz ha dado este bandazo tan grande, un bandazo que puede hacer zozobrar el barco, porque estaba hasta los mismĂ­simos del PSOE. AsĂ­ de simple, asĂ­ de claro.

Siempre pensamos que cuando el régimen pesoista perdiera el poder, íbamos a gritar de alegría. Sin embargo, hoy el grito es de pánico, de terror, de pena.

No era suficiente con haber destruido a un pueblo. El régimen, a su muerte, nos ha dejado una herencia envenenada.

Maldita sea.

ANTONIO DEMÓFILO

 

 

 

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