La Unión Europea se la juega y nosotros también
Félix
de la Fuente [colaboraciones].-
“A la tercera va la vencida “. La Unión Europea
falló en el año 2008 con la crisis financiera, falló con la crisis migratoria y
ha vuelto a fallar en la crisis sanitaria. Ahora, en el momento de la
reconstrucción tras la pandemia del COVID-19, no puede fallar. Es muchísimo lo
que está en juego.
Si
la pandemia se está llevando cientos de miles de vidas humanas, la racanería de
unos políticos europeos, que actualmente no merecen llamarse Consejo Europeo,
porque ante todo están actuando como políticos nacionales y no como institución
de la UE, puede condenar a la miseria y a la muerte no sólo a cientos de miles
sino a millones de vidas humanas.
Y,
como consecuencia, esa utopía de la integración europea, que estuvo a punto de
hacerse realidad, no habrá sido otra cosa que un “fugaz y triste sueño de
verano”. Social y democráticamente, los europeos retrocederíamos un siglo de
historia y estaríamos de nuevo ante el peligro de las guerras fratricidas.
LOS
ERRORES NO SE CORRIGEN CON UN NUEVO ERROR
No nos podemos permitir el lujo de un nuevo fallo, No ha sido la UE la que ha fallado. La UE tiene las manos atadas por los gobiernos nacionales. Ningún político reconocerá su responsabilidad. Y todos intentarán echar la culpa a los otros, pero ante las Historia todos serán responsables: unos por insolidarios y otros por incompetentes y despilfarradores.
Y
lo primero que tendríamos que averiguar, para no volver a correr el mismo
error, es averiguar qué institución de la Unión Europea es la principal
responsable de los fracasos de la Unión. Y es evidente que en primer lugar
están el Consejo de la Unión Europea (los ministros nacionales) y el Consejo
Europeo (los jefes de gobierno), es decir unas personas que al mismo tiempo son
dirigentes de la Unión Europea y dirigentes nacionales, pero que
lamentablemente actúan casi siempre como dirigentes nacionales. Por tanto, en
realidad no es la UE la que fracasa sino unos políticos nacionales.
No queramos, por tanto, solucionar los problemas de Europa recurriendo a las fronteras nacionales y echando abajo todo lo alcanzado en el proceso de integración europea. El problema no es que tengamos demasiada Europa, sino que a la poca Unión Europea que tenemos no la dejen actuar los gobiernos nacionales.
LA
FALTA DE SOLIDARIDAD CASTIGA A LOS CIUDADANOS, NO A LOS GOBIERNOS
¿Y si resulta que los ciudadanos españoles e italianos sí han hecho los deberes? ¿Se les va a castigar por esto? Según los datos de Eurostat, en el año 2008 la deuda de las familias españolas alcanzaba el 85% del PIB español. En 2018 esa deuda había descendido 36 puntos (59% del PIB) y estaba por debajo de la deuda media de las familias europeas.
Los
ciudadanos españoles hemos cumplido. Hemos hecho los deberes, Si últimamente se
ha reducido el ahorro de las familias españolas, esto se debe a la precariedad
de los sueldos actuales. De acuerdo también que los ciudadanos somos
indirectamente responsables del despilfarro de nuestros gobiernos, pero es que
nuestros sistemas electorales de hecho no nos permiten otra cosa que elegir
entre un partido y gobernante malo y otro peor.
Europa
debe distinguir muy bien entre castigar a los gobiernos y castigar a los
ciudadanos. Si la concesión de los eurobonos debe ir acompañada de unos
recortes draconianos en gastos inútiles relacionados con los cargos políticos,
los ciudadanos españoles esteremos encantados. Pero si nos obligan a recortes
en sanidad, en pensiones o en educación, el rechazo a la integración europea
irá en aumento.
Si
en anteriores ocasiones nuestros gobiernos despilfarraron o se quedaron con los
fondos de la UE, no fuimos responsables los ciudadanos. También la UE falló al
no vigilar el empleo que se debía dar a esos fondos. Que no se confundan, no
debemos pagar los ciudadanos la irresponsabilidad y la incompetencia de
nuestros gobiernos. La Unión Europea esta vez no puede fallar.
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