VIEJA LUNA DEL DIABLO (El hombre lobo)

César Bardés [colaborador]
De toda la galerĂa de monstruos clásicos del cine, el Hombre Lobo, es el Ăşnico que no está basado en una novela previa. NaciĂł a finales de los años treinta a raĂz de un guiĂłn que escribiĂł el extraordinario Curt Siodmak por encargo de los estudios Universal y que dio como resultado el clásico de 1941 interpretado por Lon Chaney Jr. Ahora, situando la historia en un tiempo determinado, se nos presenta de nuevo, cambiando solamente lo imprescindible, bajo los rasgos lobunos de Benicio del Toro.
Y es que no cabe ninguna duda de la vocaciĂłn clásica que persigue la pelĂcula, dirigida con sobriedad y sobresalto, pero que deja un regusto amargo en el espectador que espera ansioso una pelĂcula de terror al igual que ocurriĂł en su dĂa con el Drácula, de Francis Ford Coppola que, con su excepcional barroquismo, nos hincaba los dientes magistralmente narrando una historia de amor; o con el Frankenstein, de Kenneth Branagh que nos proponĂa desde el romanticismo exagerado de sus imágenes, una reflexiĂłn en torno a la inmortalidad y al peligro de alterar el orden natural de la vida. En esta ocasiĂłn, Joe Johnston (director bastante menos competente pero que salda con aprobado su labor), se permite adentrarse en el bosque nebuloso de raĂces aristotĂ©licas en el que los dioses revelan al hombre su destino sin posibilidad de escapar de Ă©l haciĂ©ndolo bajo una Ăłptica decididamente aventurera.
Todo ello sin olvidar la lucha interior que se desata en el ser humano cuando se da cuenta de que una fiera habita en sus entrañas. Un animal salvaje que apenas sabemos controlar y que marca difusamente las fronteras de dónde termina la bestia y dónde comienza el hombre. Allá arriba, la vieja Luna del Diablo que, con su enorme ojo blanco, regirá el poder del mal para dejar paso al auténtico amor, a la bala de plata liberadora y al duelo eterno de la criatura que quiere aniquilar a su propia divinidad. El hombre contra Dios. El hijo contra el padre.
La furia ruge incontrolada cuando el pasado se aclara en la mente retorcida por la tortura. En el fondo de cualquier bestia humana, hierve un pequeño horizonte de ternura que no se puede dejar atrás. El gris que refulge de las piedras cansadas por el temor domina los contornos del verdadero salvajismo. El aprecio a la vida es tan fuerte que, a veces, hay que asesinar lo más amado y es entonces cuando el hombre pierde la batalla ante su naturaleza de depredador. Las carnes cuelgan de los colmillos. La sangre salpica en el pelo y el aullido se siente en los riscos del miedo. Y la maldiciĂłn no termina porque la Luna sigue ahĂ, llamando a las criaturas que caen bajo su influjo, como un rayo de plata que une la pesadilla con la realidad.
AsĂ que, a pesar de los consabidos respingos, no es una pelĂcula de terror. Es una estilizaciĂłn de la leyenda que, bajo una apariencia de persecuciones, de disparos, de trampas y de espectacularidad visual, hace que miremos hacia el cielo y que, tal vez, temblemos esta noche porque el lobo que habita en nosotros puede despertar y convertirse en hombre. Y, quizás, despuĂ©s de setenta años, las transformaciones sobrenaturales no nos sobrecojan tanto como sĂ lo hicieron con nuestros abuelos. El miedo tambiĂ©n pasa de moda. PerdĂłnenme pero extrañamente noto cĂłmo mis ojos comienzan a brillar y me están entrando unas terribles ganas de comer carne.
César Bardés
SHERIFF 66 dijo ©
ResponderEliminarMe gusto bastante como esta ambientada en esa epoca y hasta rato despues del ecuador de la cinta creo que se sostiene bien aunque hacia el final se desinfla un poco , esa fue mi impresion y siempre en version original.
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