EL BURLADERO CON CORCHEAS (Burlesque)

César Bardés [colaborador]
Que no. Que no. Que no. Que esto no es la reinvenciĂłn del musical. Que no hay nada nuevo bajo el pentagrama. Que las coreografĂas son de vergĂĽenza ajena porque está el pequeño problema de que Christina Aguilera baila igual que un gorriĂłn en una tormenta. Que todo se quiere parecer descaradamente a Bob Fosse y lo que sale es una burda y burlona copia de Cabaret, de All that jazz y de Chicago que, aunque no fue dirigida por Ă©l, dejĂł ciento setenta y siete anotaciones sobre cĂłmo debĂa ser la pelĂcula.
Y encima hay que aguantar la fascinaciĂłn juvenil de las mozas que aparecen por el cine diciendo que la pelĂcula es algo genial, que les encanta, que hay que disfrutar con el espectáculo y que la Aguilera baila como Fred Astaire con pelo y teñido de rubio. Pues no, chicas, lo siento. La chica no baila nada, actĂşa menos que yo cuando estoy en la ducha, tiene la expresiĂłn de una muñeca que no quiere sonreĂr mucho no vaya a ser que se le marquen unas arrugas que le van a parecer en los prĂłximos diez minutos. Y si hablamos de Cher, es un rostro momificado, metido en formol del fuerte y cuidado con sus sonrisas que parece que la cara se le va a reventar por alguna costura tras la oreja.
Pero es que el pecado no para ahĂ. El argumento es de una levedad tan descarada, tan infantil, tan bobo que a cualquier persona normal le parecerĂa un insulto por su recurrencia, por ser menos original que un chupete de goma y porque si yo tuviera que escribir un guiĂłn asĂ (perdĂłn, pongo el acento porque probablemente Bob Fosse no leerĂa esa palabra sin tilde), me sentirĂa francamente avergonzado de tanta estupidez que, además, exhibe la enorme petulancia de querer ser brillante. Y esto, el genio de Fosse no lo hubiera pasado por alto ni en la vida ni en la muerte.
Y ya que estamos en pleno escarnio pues sigamos con ello. La direcciĂłn es tan torpe, tan inĂştil, tan despreciablemente simple que incluso hay una correcciĂłn de encuadre sobre la marcha (concretamente en un plano de Cher) que, a cualquiera, le parecerĂa un uso extraordinario del recurso ya apestante de la cámara al hombro (claro, que pudiera ser que el operador de cámara en ese momento tuviera la clavĂcula rota o estuviera mirando al retaco de la Aguilera, que es la enanita del jardĂn de la pelĂcula). Se desaprovecha absolutamente todo, el papel de un actor que no es que sea maravilloso pero no es malo como Peter Gallagher es para quedarse boquiabierto de su idiotez y de su falta de construcciĂłn. Hay nĂşmeros que son para sonrojarse y los Ăşnicos que no esconden las corcheas tras el burladero son precisamente los que canta Cher, tanto el tango Welcome to Burlesque (curioso ¿eh? Si nos acordamos un poco, Cabaret arranca con Willkommen) y You haven´t seen the last of me, bien interpretado vocalmente bajo esa máscara de juventud perpetua y falsa que exhibe la actriz. ¿La Aguilera? SĂ, sĂ, la chica no canta mal, pero les dirĂ© una cosa si prometen no decĂrselo a nadie. Abusa una y otra vez del mismo quiebro de voz porque se necesita a una chica que sepa cantar jazz y del bueno, que sepa improvisar y la rubia fenĂłmeno será todo lo que ustedes quieran pero no pasa del pop y, de hecho, hacia ahĂ derivan los nĂşmeros de la pelĂcula cuando empiezan a darse cuenta de que no, que está muy lejos, por ejemplo, de Dianne Reeves.
AsĂ pues la pelĂcula en conjunto, para quien haya visto algo de Fosse, es un despropĂłsito continuo que, para más delito, parece que va a estar en la carrera de los Oscars y uno puede que sea crĂtico pero no es tonto. Absolutamente nada de lo que aparece en esta pelĂcula es nuevo. Todo lo hizo el brillantĂsimo coreĂłgrafo y director que nos dejĂł hace casi veinticinco años y del que posiblemente, nadie se acuerda. Con eso juegan los polĂticos y los hombres que manejan el dinero del cine. Con esa memoria tan poco fiable de todos los que se sientan en una butaca.
César Bardés
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